19 noviembre 2006

Lenguaje belicista: cuando las armas traen la paz

Banalización y marketing de la destrucción

Avanzada la Guerra Fría, una conocida revista internacional publicó un reportaje titulado "Trident, arma decisiva para la paz". Baste un párrafo:

"Es un sistema de armamentos tan destructivo en potencia que podría asegurar finalmente la concordia entre las naciones".

Esta misma revista publicó en enero de 1983 el artículo "Peligrosos mitos sobre las bombas nucleares". El autor afirmaba: "No es para tanto", si explotasen 5.000 "ingenios nucleares" todos de 20 megatoneladas de potencia se destruiría el 40% de la capa de ozono". "Nuestra supervivencia podría considerarse segura", concluía.

Tiempo más tarde, una revista juvenil española de inspiración católica publicó una fotografía con este texto:

"¿Será el rayo de la muerte?
Este extraño aparato de la foto es un gigantesco láser químico, que se quiere incluir en el programa llamado "guerra de las Galaxias". Es una especie de cañón, que en vez de balas dispara rayos láser, contra cualquier objetivo, fijo o móvil, con una eficacia casi infalible. (...) En cuanto un objeto agresor intente acercarse...¡zas!, el rayo de este láser lo localiza y lo pulveriza tan limpiamente. ¡Como para acercarse sin avisar!"


Saber más: Cómo se vendía una mina

Un prospecto de unas minas de fabricación pakistaní presentaba de esta manera el género:

"La mina POM.MK2 ha sido concebida para lesionar a la persona. Las investigaciones tácticas han demostrado que es más beneficioso causar heridas al enemigo que provocarle la muerte. Un herido requiere asistencia médica, transporte, y su evacuación hacia la retaguardia (…) Además, una persona herida tiene un impacto deprimente en sus compañeros de combate".

La mina costaba 6,75 dólares. Fuente: Manos Unidas hace ya algunos años.

18 noviembre 2006

Franco: pocos nostálgicos, pero muchas justificaciones

Cuando lo propagado en el pasado aún influye en el presente

"Todos los españoles tenemos el deber de imitar a Franco". Extracto de la narración del primer NODO, enero 1943

"No es español quien vacile siquiera en la adhesión incondicional a ese hombre y su magna tarea de Reconquista". ABC Sevilla, 11-5-37

"Si queremos ser dignos de esa redención y honrar a quien nos ha redimido, todos los españoles debemos hacer estas tres cosas: pensar como Franco, sentir como Franco y hablar como Franco, que, hablando, naturalmente, en el idioma nacional, ha impuesto la victoria". Luis de Galisonga, La Vanguardia Española 9-6-39



Estudié en la universidad la "época" franquista y aprendí cosas como que Franco había sido un "estadista instintivo", constituyendo "un régimen autoritario personal", donde las "apariencias totalitarias" las "permitió" temporalmente en parte "como estrategia de imagen", o que la represión tras el final de la guerra "obedecía a la necesidad" de los militares sublevados para "encontrar a los responsables de la tragedia".
El franquismo ha dejado más huella que lo que se cree, y para mucha gente resuena aún a razonable. Piénsenlo un momento. Casi seguro que conocen a alguna persona molesta porque la dictadura deje de ser un monumento, o que defienden el franquismo por necesario o grato, o tiene más presente los pantanos que a los fusilados. Tanta y tan persistente legitimación para un tipo que dijo que la democracia “dividía a los españoles”, constata a mi juicio tres realidades:
1. Que algo ha fallado o ha quedado incompleto en la construcción democrática.
2. Que la "generación de la democracia" ha sido educada en buena parte por una generación educada en el culto a la personalidad de Franco.
3. Que el nacionalcatolicismo del régimen influye todavía hoy en el juicio amable de muchos católicos y patriotas.

Saber más:




16 noviembre 2006

Quien inmigra ha emigrado

Hubo una España altiva ante personas del campo que probaron suerte en la ciudad. Hay una España azuzante y prepotente que renueva desdén hacia los nuevos llegados

En España, hay gente que califica a los inmigrantes de “invasores", que vienen “a vivir del cuento “, “de puta madre sin dar un palo”, que “saquean nuestra seguridad social”, y “son perezosos”. Gente que cree que la inmigración “es el problema más grande con el que se ha enfrentado nunca España”, o que considera que a los inmigrantes se les trata "demasiado bien" y "sólo falta que protestaran".
Desmemoria, xenofobia y desfachatez a partes iguales expresada en internet.
Según el último barómetro del CIS, del mes de octubre: la inmigración es hoy el principal problema para los españoles, en concreto para el 25,5% de los encuestados; el paro obtiene el 17,9 % de las menciones y la vivienda el 11,9%. Sin embargo, cuando lo que se pregunta es "cuál es el problema que a Ud., personalmente, le afecta más?" la vivienda obtiene el 13,9% de las respuestas, el paro el 12,2% y los problemas de índole económica el 11,46%. La inmigración se queda con el 7% de los votos. Diferencia importante, y no es la primera vez que ocurre.
Fueron tres millones de españoles, nada más y nada menos, los que carcomidos por la situación económica, política y social del franquismo, emigraron hace décadas a Europa bajo el instinto de la supervivencia. En mayo de 1980 la revista semanal Triunfo, referencia política de primer orden en los setenta, publicó un reportaje sobre la vida de emigrantes que aún permanecían fuera de nuestras fronteras. Uno de los entrevistados, de nombre Emilio Estévez, se desahogó con un relato tan crudo como trágicamente contemporáneo:

"Cuando salimos de España hubo mucha gente que se montó en el tren sin maleta, sin ropa de ninguna clase. Y llegamos a Bélgica, al Consulado, y allí en lugar de acogernos, nos daban una carta, que teníamos que renovar cada tres meses. Por esa carta nos cobraban 35 francos, cuando en 1962 ganábamos 24. Mientras había belgas que nos daban sábanas y mantas para que nos pudiéramos arropar, en el Consulado...(...)"
No es lo mismo marcharse que tener que marcharse. El impulso del ser humano por superarse, vencer las penalidades, sobrevivir y proteger a los suyos es irrefenable. A nadie le debería extrañar que en un mundo que se vende globalizado, pero que no ha llegado ni a cotas de buena vecindad, con unas cuotas de bienestar históricas pero parceladas, las personas con juventud, iniciativa y capacidad de superación, dejen atrás entornos que lejos de asegurarles el futuro, les condenan a la falta de bienestar.

La emigración y por ende la inmigración son una consecuencia lógica de un mundo rotundamente dual. El fenómeno migratorio se ha convertido en un instrumento reparador de desigualdades, gracias a las remesas que envían a sus países de origen los inmigrantes. También, en un elemento dinamizador de la situación financiera de los países receptores, casi siempre afectados por una población envejecida.

Más información:
  • "Se ha vinculado el desarrollo de los sesenta a la imagen del Seiscientos, mientras que los dos millones de emigrantes a la búsqueda de un trabajo en el extranjero es un hecho que ha quedado desvinculado de la política económica que se hizo entonces, como si esto no tuviese nada que ver con la dictadura y su forma de administrar la economía".