27 octubre 2014

"Nacionalistas sin espejo"


 "Uno de los rasgos que singulariza, desde hace más de un siglo, la cultura política dominante en la Península es la resistencia del nacionalismo español a reconocerse a sí mismo como tal", escribió el historiador Joan B. Culla i Clará en El País (16-3-07). Buen momento para recordar este artículo, en especial alguno de sus fragmentos


"De cualquier forma, la negación deliberada del carácter nacionalista español de tantos discursos, programas y actitudes que lo son de modo objetivo ha continuado, de 1977 acá, con brío renovado. Recordemos, por no rebuscar, lo que sucedió en el País Vasco durante el aznarato, cuando el PSE de Redondo Terreros, el PP de Mayor Oreja, el Foro de Ermua, Basta Ya, etcétera, casi se fundieron en un bloque para aplastar al nacionalismo vasco. ¿En nombre, como era evidente y perfectamente legítimo, del nacionalismo centrípeto español? ¡No, por Dios! Nacionalistas son siempre los malos, los fetichistas de las identidades, las lenguas y las soberanías pequeñas. Ellos, los buenos, los que idolatran las lenguas e identidades grandes y a los Estados que las protegen, eran y son constitucionalistas* (...)

 ¿Cómo se denomina, en todo el mundo, a quienes se envuelven en la bandera nacional e invocan contantemente el nombre de la patria? Nacionalistas, ¿no?
Que tanto sus impulsores como bastantes observadores admitiesen esta realidad palmaria no cambiaría la naturaleza de las cosas, pero clarificaría el panorama. Y, sobre todo, a aquella ruidosa caterva de intelectuales y articulistas catalanes y españoles que llevan tres décadas denunciando la ridiculez, la cerrazón, el reaccionarismo y el carácter canallesco de todos los nacionalismos *-eso han dicho siempre-, le permitiría administrar su discurso cosmopolita, su repugnancia por las banderas y demás símbolos patrios, de un modo algo más ponderado y menos unilateral".


* en el artículo original constitucionalistas y todos los nacionalismos iban ya en cursiva

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La imagen, de Wikimedia


Saber más:  Otro punto de vista interesante sobre los nacionalismos de Culla i Clará: Moral y política, artículo de en El País (20-5-11)
 

15 octubre 2014

Comunicación y convivencia

La convivencia se practica y se comunica, con lenguajes que transmiten valores 


Hay muchos ámbitos de convivencia y muchas formas de entenderla. Por ejemplo, con el llamado Tercer Mundo, tercero porque existe un primero. Convivencia con las causas de la macro desigualdad; con la inseguridad de la falta de alimentos, agua potable o medicinas.
Convivencia con la desigualdad y la pobreza en nuestras propias sociedades. 
Convivencia con los tópicos, los lugares comunes, los disensos y antagonismos, los conflictos, los clichés. Convivencia con la pluralidad social.
Convivencia con el sufrimiento y la violencia; con la pluralidad y la diferencia identitaria(adscripción nacional, política, religiosa o cultural)... 

La convivencia empieza en nuestros cerebros. Nuestras mentes reciben cada día toneladas de léxico. No debemos dejarnos manejar por el lenguaje sin comprender bien su significado. Pensar en la convivencia requiere también indagar y revisar nuestro lenguaje. Deconstruir las palabras para rastrear el fondo de las cosas. Leer más y tener la voluntad de no dejar de aprender.
De capacitarse en un consumo más reflexivo y sólido de la información, depende también la convivencia. La lectura atenta y comprensiva es una forma de potenciar nuestra capacidad de escucha, y por tanto de mejorar nuestra comunicación. En una sociedad tan compleja y dinámica, nadie nace, pero ya tampoco nadie muere, aprendido. Eso significa ser consciente de nuestros límites, pero también una manifestación de honestidad y rigor. En esta vida, para ser influyente, además de incidir en los ya convencidos hay que tratar de llegar a un público o base social más amplia, no sólo fidelizar a la que ya tenemos.
Los autoritarismos parten de una pretensión irrealizable a largo plazo: anular o negar la diversidad utilizando la violencia y la desinformación para imponer su uniformismo. Los autoritarismos apelan al miedo, generan miedo y hasta sienten miedo, porque en su inflexibilidad está a la postre su propia decadencia. Ya sea de izquierdas o de derechas, cualquier imposición aguanta mal el paso del tiempo, el discurrir demográfico de las nuevas generaciones. El autoritarismo es esencialmente sedentario, y tiende a recurrir siempre a una misma fórmula, porque concibe la realidad como algo previsible e inmóvil, cuando la suma de millones de circunstancias da lugar a cambios e imprevistos.


Contra la tentación autoritaria, más ejercicio intelectual.


La imagen, de Wikimedia

14 octubre 2014

Lecturas


No sé ustedes, pero al escuchar a un montón de hombres y mujeres que se dedican a la política tengo la impresión de estar ante personas poco leídas, que bastante tienen con el argumentario del día a día como para adentrarse en reflexiones más profundas o personales.

Muchos políticos transmiten entre prisas e inercias, un exceso de complacencia en sus conocimientos, porque su hinchada ya les quiere así, y no tienen tiempo ni curiosidad para más. Viven la política desde la gestión y la administración de cuatro mensajes. Barnizados, pero descascarillados por el paso del tiempo. Con la inquietud justa por aprender tantas cosas que desconocen. Se nota en su comunicación predecible, repetitiva, y sin chicha,  que retrata su grisura. Por más que aparezcan en los medios, despiertan la emoción justa, cuando no el aburrimiento. Es como si esos hombres y mujeres hubieran asumido que la razón de su protagonismo está en su sigla, y seguros de no poder romper ni el techo ni el suelo electoral de su formación, dieran coartada a su indolencia.  Si la política tan solo es obtener votos, ya cumplen, unos más que otros. Pero si engloba las cuestiones troncales para cualquier sociedad, entonces somos los votantes los que deberíamos hacérnoslo mirar.

Una época de cambio constante y de formación permanente debería obligar a los políticos a ser culturalmente más ambiciosos. Que sigan aprendiendo por un principio de honestidad para con los electores.  Para saber más del mundo que pretenden transformar, si de verdad quieren aproximarse a la realidad y orientar adecuadamente los cambios dentro de su proyecto político. Eso vale también para las organizaciones sindicales, empresariales o sociales. Sin embargo, la inercia sigue siendo poderosa. Muchos limitan la comunicación a un instrumento para salir del paso, sonreír mucho y meter el dedo en el ojo del adversario todas las veces que sea posible. La comunicación política se ha vuelto tan técnica y constreñida, que no deja espacio a un pensamiento más elaborado. Ser culto o parecerlo es un riesgo en campaña, y los riesgos se eliminan con una goma de borrar. Comunicación permanente vacío permanente, parece ser el lema de algunos candidatos. No se trata de ser unos pedantes. Ni de salpicar su narrativa de frases de latinismos, ni de citas históricas, como hacía Fraga. No, no se trata de eso, sino de diferenciarse y humanizarse con contenidos relevantes, evitando que a la hora de hablar todos los políticos parezcan iguales. Hay que salir de ese exceso de tacticismo que bien observaba Iñaki Gabilondo. Si tienen miedo a quedar como unos soberbios, por mostrar más cultura, que empiecen por aplicarse en sus salidas de tono o en sus maneras chulescas.

Como escribió Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política, "sin duda es malo para una sociedad quemar libros, pero no es mucho mejor no leer los que están en la calle”. La política es también una actitud. En la medida que un político amplíe sus lecturas, demostrará vocación de servicio, inteligencia y a la vez modestia.  No está mal para comenzar  a formular un nuevo tipo de liderazgo.

La imagen, de Wikimedia


13 octubre 2014

Nostalgias


Artículo en Diario de Noticias (13-10-14)


Cine de Barrio ha cumplido 19 años en antena. Casi cuatro lustros “recuperando para el gran público las películas más entrañables de nuestro cine”. Eso lo dice su página de Facebook, que conste. Entrañable, según la RAE, equivale a íntimo o muy afectuoso. Un programa de este estilo, camino de las 1.000 ediciones en una televisión pública, abre un interrogante desde el punto de vista de la memoria. Llámenme rebuscado, pero si olvidamos que muchas de sus películas ofrecen la versión más amable de la sociedad franquista, perderemos de vista un elemento clave en la configuración de los recuerdos: la nostalgia. 

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El relato liberal, según Miguel Ángel Belloso

Fragmento de un artículo de Miguel Ángel Belloso en Actualidad Económica (septiembre 2014). En un solo párrafo reúne tres de los paradigmas habituales en el lenguaje de la derecha: (naturaleza, fortaleza/debilidad y libertad) sin tener en cuenta la desigualdad de oportunidades existente:


“Tener la certeza de que solo dependes de ti es un cierto salto en el vacío, sobre todo en un modelo de bienestar que te protege desde la cuna hasta la tumba, debilitando gravemente tu energía. Pero es al mismo tiempo una liberación. Una cierta reconciliación con la naturaleza humana, cuyo sentido es desafiar sin red los retos constantes a los que te enfrenta la vida, con la menor ayuda posible”.


Pensamiento que se complementa con un artículo del propio Belloso en 2012 en su antiguo blog, donde decía:

“Hay que arrasar con el Estado del Bienestar”.

“El Gobierno debe aprovechar el choque actual para impulsar una revolución”


Saber más:  
En El Mundo (29-4-12) Belloso escribió que el relato del Gobierno era "un discurso cobarde". "No hay que pedir disculpas por el copago sanitario, ni por subir las tasas universitarias (...)". Y es que el coraje y la valentía son conceptos muy influidos ideológicamente.
 

02 octubre 2014

Las capas de la Transición




Hace años visité la exposición En Transició en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.  Un relato de la transición a la democracia menos idealizado, y que salía de sus marcos cronológicos para tratar de entender sus raíces sociales.”Una propuesta de comprensión de un proceso complejo y denso (…) que afecta y se gesta a través de las personas que lo vivieron”, decía su web. Esta exposición recogía un vídeo de turistas preguntados por Franco, ante evidentes muestras de incomodidad. Estas imágenes habían formado parte de otra muestra en la Fundación Tápies, que un visitante colgó en Youtube y reproduzco en la parte superior. En Transició también recopilaba fichas policiales de detenidos por acusaciones como “amancebamiento”, “actos homosexuales” o “posesión de propaganda subversiva”, y proponía una mirada a las torturas realizadas entonces en las comisarías.

La interesante muestra suscitó el recuerdo de mi madre, que a comienzos de los sesenta, como ayudante en el hospital de Diego de León de Madrid,  fue testigo del reconocimiento a un hombre joven, de raza gitana, que acudió a urgencias con dolores por una quemadura. En la mitad de su tronco, por encima de la cintura, una cicatriz supurante de un dedo de profundidad rodeaba el perímetro de su cuerpo.  Ante la extrañeza de los médicos por la gravedad de las lesiones, el paciente contó que había estado detenido en la Puerta del Sol, y sometido a descargas eléctricas.

Entre 1963 y 1977, leí, pasaron por el Tribunal del Orden Público 53.000 personas.