Aunque el proceso de investidura provoque a estas alturas un cansancio
palpable en buena parte de la sociedad, con su renuncia a tres días vista de la
sesión del lunes, Iglesias ha manejado bien los tiempos. En la batalla de
relatos en la que se ha convertido la política, las cuestiones programáticas de
fondo se han dejado para el postre, después de que PSOE y Unidas Podemos hayan
pasado semanas de lucha grecorromana. La entrevista a Pedro Sánchez en La Sexta
se convirtió a la postre en una oportunidad para Podemos. Sánchez dio vía libre
a un gobierno de coalición sin Iglesias. El semáforo por tanto se ponía en
ámbar. La tan traída presencia de Iglesias podía guardarse en el cajón si el
PSOE se abría a otros nombres o se podía apretar en las condiciones programáticas
y el potencial de las carteras.
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