Con un presente y un futuro inmediato averiados, el PP elige ahora el comodín de la nostalgia de Adolfo Suárez. La crisis interminable y enorme, lleva a la estrategia de mirar al pasado. Abonarlo, edulcorarlo, manipularlo y estrujarlo. Lo mismo Ciudadanos, al que el traje le va muy grande. O incluso Pedro Sánchez, cuya mezcla 'por el cambio' y 'puedo prometer y prometo' es la
metáfora de un PSOE ideológicamente rebajado, que diluye hasta el felipismo de 1982. Suárez en sus inicios en la Moncloa fue un gran seductor, y a partir de su enfermedad y sobre todo desde su muerte, una estupenda marca. Como toda gran marca con su correspondiente imaginario que hoy antiguos adversarios consumen con avidez.
La imagen, de Wikepedia
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