La
fontanería, un oficio que desatranca atascos, es una de las metáforas políticas
más socorridas cuando llega la hora de alcanzar acuerdos. La política estatal se
halla de nuevo embozada, y los hombres y mujeres que pueden negociar reciben
órdenes de no aflojar las tuercas o como mucho de amagar con un destornillador.
Van pasando las jornadas, ya en pleno ambiente estival, y la política se
apelmaza en el bochorno, dos meses después de unas Generales que se adelantaron
como ejercicio de resolución democrática. Sánchez convocó dichos comicios el
15 de febrero. Entre la precampaña, campaña y postcampaña han pasado cuatro meses
y medio, y el PSOE guarda sus opciones de gobierno como un automóvil tapado en el
garaje, al que solo se arranca de vez en cuando. Si no se mueve hasta
septiembre la batería o los neumáticos podrían acabarse estropeando. Pero el
PSOE tal vez asuma el riesgo si concluye que a bajo ralentí se desgastan más los motores
de Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox.
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