21 septiembre 2010

"Sano"

Cómo se defendió el carlismo tradicional en el Tardofranquismo, dos ejemplos

Adjetivos y sustantivos revelan el carácter más o menos excluyente en cualquier ideología. Cuatro días antes de morir Franco (16-11-75), el entonces director de Diario de Navarra escribió sobre el carlismo, refiriéndose a "los restos de una fuerza gloriosa":

"Al mismo tiempo que una realidad política, ha sido algo así como un estado de perfección -quizá por demasiada influencia católica- al que nadie llega y pocos se aproximan". (...)
"Porque sería estupendo, en un futuro plural que irremediablemente se nos llega, contar con una fuerza tradicional, lógicamente evolucionada pero mantenedora de raíces de monarquía y catolicidad, consecuente con lo mejor y más sano de nuestra historia. Un ingrediente más, pero importante y necesario, en lo que se nos avecina".

El 8 de mayo de 1976 este mismo director volvió a referirse al estado de perfección:

"yo siempre he defendido que no hay carlistas, como no hay santos, porque ambos son un estado de perfección inalcanzable".

Saber más: Sin conciencia compartida

Érase una época en la que la reivindicación de la democracia se tachó de maximalismo. A pesar de ello en sectores conservadores que seguían -y seguirán- viendo en Franco a un patriota católico, caló la sensación de la inevitabilidad de un cambio si se quería a España dentro de Europa. Adaptarse al presente sin renegar o renegando poco del pasado. Esa generación imbuida de franquismo, además de un destacadísimo papel en la Transición, fue la que educó a la que tiene entre treinta y sesenta años, la que ocupa hoy la vida política, laboral y social en España.

Lo cierto es que no hubo ni hay una conciencia compartida del terrible daño que hizo el franquismo a la convivencia.

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