El 12 de abril de 1980, la revista ultraderechista Fuerza Nueva titulaba en su portada (en la foto, otra anterior): "Navarra, sitiada". Su editorial es realmente alucinante:
"Conseguido virtualmente el separatismo vasco, ahora se piensa en la anexión de Navarra, en la colonización de los navarros y sus tierras, indispensables siervos de la gleba y granero para un espurio Euskadi que no puede bastarse a sí mismo (...)
Y hay en la agresión y menosprecio a Navarra, por parte de los nacionalistas vascos y sus tácitos cómplices, un afán más que humano, satánico" (...)
Los gritos de "Navarra es Euskadi" ante el Árbol de Guernica, pronunciados por la turba a sueldo o envenenada, resonaron en esta primavera naciente de 1980 como aquellas otras que hace casi dos mil años gritaron ante el Litóstrotos, exigiendo a Pilato el "crucifícale" para Cristo. No es irreverente el paralelismo. Hay la misma torva intención y la misma raíz (...)
Ya sabe, pues, Navarra, y deben saber todos los navarros, el porvenir que les espera. Un probable vasallaje a los separatistas vecinos. La esclavitud más antihistórica y vil de cuantas se han dado en los anales del tiempo. Por eso, Navarra no debe olvidar su historia, ese pasado que le dio identidad y grandeza y le hizo ser florón de España y abanderada hasta la culminación insuperable del 18 de julio (...)
Esperamos que, una vez más, y tal vez de manera definitiva -Navarra se juega como nunca su propia existencia-, los navarros tengan que admirar al mundo, aunque sea con la guerra.
Los cruzados de Cristo, que es el verdadero Rey de Navarra, pueden tener que volver a empuñar sus armas, pensando en su pasado, porque recordarán, con Vázquez de Mella, que "los pueblos enlazan con la muerte el mismo día que se divorcian de su historia".
Y Navarra no quiere, no debe, ni puede morir".
"Conseguido virtualmente el separatismo vasco, ahora se piensa en la anexión de Navarra, en la colonización de los navarros y sus tierras, indispensables siervos de la gleba y granero para un espurio Euskadi que no puede bastarse a sí mismo (...)
Y hay en la agresión y menosprecio a Navarra, por parte de los nacionalistas vascos y sus tácitos cómplices, un afán más que humano, satánico" (...)
Los gritos de "Navarra es Euskadi" ante el Árbol de Guernica, pronunciados por la turba a sueldo o envenenada, resonaron en esta primavera naciente de 1980 como aquellas otras que hace casi dos mil años gritaron ante el Litóstrotos, exigiendo a Pilato el "crucifícale" para Cristo. No es irreverente el paralelismo. Hay la misma torva intención y la misma raíz (...)
Ya sabe, pues, Navarra, y deben saber todos los navarros, el porvenir que les espera. Un probable vasallaje a los separatistas vecinos. La esclavitud más antihistórica y vil de cuantas se han dado en los anales del tiempo. Por eso, Navarra no debe olvidar su historia, ese pasado que le dio identidad y grandeza y le hizo ser florón de España y abanderada hasta la culminación insuperable del 18 de julio (...)
Esperamos que, una vez más, y tal vez de manera definitiva -Navarra se juega como nunca su propia existencia-, los navarros tengan que admirar al mundo, aunque sea con la guerra.
Los cruzados de Cristo, que es el verdadero Rey de Navarra, pueden tener que volver a empuñar sus armas, pensando en su pasado, porque recordarán, con Vázquez de Mella, que "los pueblos enlazan con la muerte el mismo día que se divorcian de su historia".
Y Navarra no quiere, no debe, ni puede morir".
Saber más:
- El 18/2/78 en esta misma revista se ofrecía un artículo firmado por Pedro Rodrigo:
"(Navarra) cuya hospitalidad fue cantada por San Eulogio cuando reconoció que en Pamplona tratan a los huéspedes "como si recibieran a Cristo", parece ser hoy objetivo del diablo. Puede que haya, pues, razones más que físicas para querer convertir a los navarros en esclavos de Euzkadi.
Pero olvidan quienes tal pretenden (o sea, humillar y subyugar a Navarra) que si los navarros son hospitalarios demostraron en Roncesvalles en Montejurra y en Esquíroz, y sus tercios de requetés en toda la andadura de la Cruzada, que son indómitos por naturaleza y saben corresponder en cada momento con el medio preciso. (...)
Porque no olvidemos que es el viejo liberalismo, principal enemigo del espíritu tradicional de los navarros, el que ahora vuelve a la carga con renovado furor".
- El 3 de noviembre de 1977 la Diputación Foral emite una nota en la que afirma que a ella le "incumbe la misión sacratísima de velar celosamente por los Fueros y por su cosntante y siempre inacabado perfeccionamiento (...)"
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