05 julio 2009

Memoria bélica: recordando la "Guerra del Golfo"

Fragmento de un artículo de Alfredo Abián, director adjunto de La Vanguardia, titulado "¿Hay muertos legales?" y escrito el 11 de abril de 2003

"Han pasado doce años desde que concluyó la primera guerra del Golfo y aún nadie sabe a ciencia cierta cuántas vidas segó aquella conflagración. Probablemente porque nadie se ha preocupado de desenterrar a los miles de soldados iraquíes que fueron sepultados en vida en las trincheras que abrieron en el desierto de Kuwait, obviamente incapaces de resistir no sólo los bombardeos sino el paso de los "bulldozers" anglo-norteamericanos, entonces llamados aliados. Las estimaciones oficiosas sobre las bajas iraquíes de aquella contienda superan los 200.000 muertos, de los que más de 150.000 serían soldados. En el bien entendido de que en una dictadura como la iraquí buena parte de los presuntos militares son civiles desgraciados a quienes el régimen ha armado con cualquier cosa para convertirlos en carne de misil en las primeras líneas del frente. Doce años después de aquella carnicería convendría preguntarse por qué calalron muchos de los que claman contra la actual guerra. La respuesta que nos dan algunos conversos es que aquella ofensiva era legal; que los aliados de entonces estaban bendecidos por un mandato de la ONU. Lo dicen, eso sí, con la boca pequeña. Entre otras cosas porque su argumento equivale a admitir que tendrían que respaldar las matanzas que hoy denuncian en Iraq si se ajustaran a su tan idolatrada legalidad internacional".

En el año 91, el no apoyo a Estados Unidos se consignaba como aislacionismo con reminiscencias franquistas.

(Imagen de la Guerra del Golfo, tomada de Wikipedia)

Más información: sobre el tratamiento y la utilización del "aislacionismo"

Cambio 16, 31-8-81, fragmento del Editorial:
"La decisión de ingresar en la OTAN tiene así un significado histórico de primera magnitud. Es la decisión de poner fin a la decadencia inevitable provocada por el aislacionismo hispánico. Es la decisión de que España deje de ser un país cerrado que se fríe y se mata en su propia sangre. Es la decisión de llevar a la práctica los sueños del regeneracionismo hispano volviendo de nuevo al concierto de las naciones del que nunca debimos salir.
Volver al mundo, sin embargo, produce miedos en los sectores más pusilánimes o xenófobos de la sociedad española. Pero lo mejor del país, esa inmensa mayoría de españoles que no renuncia al derecho de vivir en una patria grande, no puede dejarse comer por el miedo ni, mucho menos, por razones de oportunidad política de los partidos".

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