La
jubilación de Juan Carlos I y el reinado de Felipe VI reabren la pregunta sobre
el grado y el alcance del poder de la monarquía en España. Mi análisis en Diario de Noticias.
La monarquía: jefatura dinástica propulsada
gracias a una estudiada combinación de adulación y opacidad. Sin ese viento de
cola entra en turbulencias. Por eso, como escribió David Trueba, está
"asentada sobre la fantasía y el ensueño". Es el precio a pagar por
el hecho de que una familia represente y simbolice un Estado. El de una
estabilidad frágil, cuyo anclaje está sujeto al comportamiento de unos
individuos que viven rodeados de adulación. Un estupendo negocio para la
familia y un asunto de Estado que derivó en abdicación cuando la continuidad de
Juan Carlos se convirtió en un riesgo para el sistema.
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