
Octubre de 1982, elecciones
Generales. El PNV presenta en Navarra una lista encabezada por
Iñaki Cabasés. Con Garaikoetxea lehendakari,
lo vasconavarro pugna por ser valor en alza. Cabasés, 30 años, poblada barba al
estilo de la época, protagoniza asabanadas páginas de publicidad: “la voz
Navarra que falta en Madrid”, dice uno de los anuncios. Un partido “de aquí”, que
intenta convencer de la existencia de “varias buenas razones” para votarlo
“aunque nunca te lo hayas planteado”.
La
formación jeltzale dice ser “interclasista, popular y progresista”, si bien
defiende la necesidad de “racionalizar el gasto público”.
Su “espejo” en el nuevo mapa autonómico, los
“logros de la Comunidad Autónoma Vasca”. Su cartel, defender “los intereses de
Euzkadi”, todavía con `z´. Y su compromiso, contribuir a “la estabilidad
política y democrática del Estado, cuya fragilidad siempre será un riesgo para
la consolidación definitiva de la democracia”. Solo habían pasado 20 meses
desde el 23-F y el `ruido de sables´ seguía vigente.
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