23 junio 2009

Dialéctica y silencios del mundo de Batasuna

¿Qué decía el editorial de Gara al día siguiente del asesinato de Eduardo Puelles? Nada nuevo bajo el sol del cinismo: que su "muerte en atentado" "refleja en toda su crudeza el conflicto vasco", criticando no a la banda que ha cometido el asesinato, sino a discursos del Gobierno español "que, en definitiva, o bien son irresponsables o bien son directamente responsables del alargamiento del sufrimiento para todas las partes".

Que más de 800 muertos a manos de la banda no sean suficientes para tomar conciencia del horror etarra es ya un dolor en sí mismo. En la revista Hika del mes de abril, entrevistado el filósofo Daniel Innerarity hacía unas afirmaciones que vienen al caso:

"Fijémonos que paradoja más curiosa hay en el hecho de que haya quienes consideraron los asesinatos de Carrasco y Uria como un evento que no merece repudio moral y que probablemente se indignarían si los demás consideráramos que la ilegalización “forma parte del conflicto”. Esta asimetría es indecente. Hay cosas que no tendrán nunca justificación con independencia de a quienes benefician o perjudican".

Para Innerarity (Diario de Noticias de Álava, 16-7-07), "una sociedad supera la violencia cuando se le vuelve literalmente incomprensible ". Según este filósofo la clave es el agotamiento de la credibilidad de los discursos justificatorios de la violencia. Su reflexión viene vinculada al terrorismo etarra, pero aporta enseñanzas para cualquier estrategia de fomento de una cultura de paz. Tiempo antes Innerarity había escrito para la asociación Lokarri:
“Quien se pertrecha con el único argumento de su radical coherencia tiene poco recorrido en política, pues ésta es una actividad que tiene que ver con la búsqueda de espacios de encuentro, el compromiso y la implicación de otros”.
Acertado era también el diagnóstico que hacía el editorial de Diario de Noticias el 21 de junio, titulado Soledad respecto a la posición de la autodenominada Izquierda Abertzale:

"Parece que nunca va a llegar la hora en la que los dirigentes de la izquierda abertzale oficial , conscientes de su inmensa soledad, conscientes del insoportable lastre que la violencia de ETA les supone para cualquier proyecto de "construcción nacional" y para alcanzar la "independencia de Euskal Herria", digan alto y claro que no quieren seguir uniendo su destino al de un grupo de fanáticos autoritarios capaces de matar -y de morir- para imponer su ideario a sangre y fuego".
Sólo tres días antes, Arnaldo Otegi había dicho en Radio Euskadi que la "responsabilidad" de un trabajador del proyecto del Tren de Alta Velocidad al que le habían atacado el coche "no es excesiva", y como el que se lava las manos afirmó también:

"Uno puede plantearse, con absoluta claridad, que quiere desarrollar una oposición cívica, pacífica, de movilización social, de presión popular, de presión democrática, pero éste es un país en el que existe una organización armada que toma sus decisiones".
¿Qué diferencia habría a la hora de valorar el ataque si lo hubiesen cometido los Guerrilleros de Cristo Rey y algún falangista hubiese salido a decir lo mismo? Moralmente ninguna. Es una cuestión de comportamientos, no de siglas.
Un buen resumen sobre la posición de Otegi lo hizo un articulista de Diario de Noticias, Jorge Nagore, el 31 de diciembre de 2006 (un día después del atentado de la T4 de Barajas):

"Si la táctica es la de seguir echando balones fuera y la culpa siempre al otro, entonces poco se puede avanzar con gente así, con gente que no se mira ni un solo instante la mierda de los calzoncillos pero que en cuanto te ve un lamparón en la camisa te señala con el dedo y además te llama guarro. Alguien que es capaz de transmitir solidaridad a los afectados al tiempo que habla de la explosión como un hecho más que demuestra que el proceso está bloqueado es alguien que o no maneja el lenguaje o desconoce por completo la escala de valores más simple que se les enseña a los niños a los cuatro años. Si éste es el interlocutor para el futuro, mal vamos, en serio. Porque tampoco me puedo creer que nadie en Batasuna, ya sea dentro o entre sus votantes, no esté en desacuerdo con esta forma de reaccionar y actuar, de la misma manera que muchos estamos en contra de muchas actuaciones del gobierno o de los jueces que no han conducido a ninguna parte y que, además, eran injustas, innecesarias y hasta surrealistas".

Dos años antes (el 21-2-04) otro columnista de este mismo periódico navarro, Xabi Larrañaga, había escrito un artículo titulado "Gracias, verdugos", también centrado en Otegi:
"Sólo un sujeto muy cínico homenajea ayer a un pistolero, nos carga hoy con la responsabilidad de su existencia y se lamenta mañana ("frutos trágicos del conflicto") si el homenajeado nos pega dos tiros (...) Otegi afirma que los demás, siempre los demás, han escupido en l mano de ETA, pero ETA y Otegi llevan años escupiendo en todas las manos que se han arriesgado a allanarles la pista de aterrizaje".
Meses después (Diario de Noticias, 29-5-04) el propio Larrañaga alertaba contra el olvido:
"El tiempo borra marices, y vamos olvidando si los cadáveres tenían mujeres, hijos, hermanos o mascotas. Vamos olvidando también las vomitivas razones de quienes no condenaron los atentados, vamos olvidando, y esto es lo peor, que su muerte no cayó del cielo como un meteoro. Hubo quien empujó y animó. Hubo quien apretó el botón y quien homenajea a quien lo hizo (...)"
"Me basta con ser ciudadano para quemar esa hojarasca oral, esa parla bélica o épica que se gastan los pistoleros, y percatarme de su inmensa falta de piedad. (...) ¿Para cuándo una gota de arrepentimiento?"
Qué difícil resulta desenquistar la violencia; crear empatía en personas que gritan “ETA mátalos” parece casi imposible, mientras a los demás nos estremece ver a los etarras en video ensayando el tiro trapero: movimiento para disparar seguido de otro apuntando al suelo para rematar. Como un automatismo. Como una gimnasia.
Y así, como escribía Aingeru Epaltza en Diario de Noticias (23-9-08):
"Es muy difícil ser solidario con quien ni lo es, ni lo ha sido, ni lo será contigo".

Más información:
- El 19 de noviembre de 2001 Otegi dijo que la autodenominada izquierda abertzale "nunca irá contra ETA". Blanco y en botella.
- Juan Mari Olano, siendo dirigente de Askatasuna, criticó en abril de 2007 a Ibarretxe por el homenaje que su gobierno tributó a todas las víctimas del terrorismo:
"Va pidiendo perdón en nombre de Euskal Herria sin pedir autorización a la ciudadanía de este país para hacerlo".
Pero él mismo dijo también:
"Por luchar por la libertad de Euskal Herria nadie tiene que pedir perdón"
ETA asesinó (una "ejecución" en su lenguaje) en diciembre de 2008 al empresario Inazio Uria, cuya empresa trabaja en la llamada Y vasca "proyecto cuyos intereses, dice ETA, son "ajenos a Euskal Herria".
- El 14 de junio Jordi Évole (más conocido como El Follonero) sacó en su programa de humor Salvados, en la Sexta, una entrevista que él mismo había hecho días antes a Otegi. El hecho, totalmente infrecuente en las televisiones estatales, levantó polvareda, y el contenido del diálogo también.


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