Un dato que preocupa mucho al Estado y que en sentido inverso debería tener mucho más en cuenta JuntsXCat. Si el apoyo a la independencia fuese 60%, la correlación de fuerzas frente al Estado sería distinta. Ese porcentaje hoy no se da, aunque no es utópico. Sin unidad, estará más lejos de conseguirse. Pero la unidad requiere cambiar prioridades.
La historia de Torra ha sido una triste historia.
Las razones serán divergentes, cuando no contrapuestas, pero la conclusión polisémica, amplísima.
La hemeroteca como sintomatología. "Están descabezados", presumió Sánz de Santamaría en diciembre de 2017. Cabe plantearse qué habría pasado si la primera línea hubiese liderado el post 1-O sin cárceles ni exilio. Porque la segunda línea es muchísimo más endeble.
En el soberanismo/independentismo catalán hace tiempo que se emite un mensaje diáfano, opuesto a sus éxitos pretéritos: el de una división que está derivando en cainismo. Desgaste que satura a todos/as, deprime a afines, y termina de certificar que el momentum no volverá en mucho tiempo.
En junio de este año se cumplirán 10 años del fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. Diez años de una crisis que primero no se quiso ver, luego no se reconoció, y después se ha tratado de reprimir forzando costuras antes inimaginables.
A ver qué ocurre en los próximos años, entre 2020 y 2030.
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