Pedro
Sánchez ha consumado su resurrección por etapas, a razón de un hito anual desde
2017: triunfo en las primarias, en la moción de censura y ahora en las
Generales. La cruz es Pablo Casado, que ingresa en la UCI y deja el partido en
una situación más que delicada. La derrota es durísima, incontestable,
particularmente dolorosa en tanto que Génova siente ya el aliento de Ciudadanos.
La formación de Rivera, si bien se queda a menos de la mitad de escaños que el
PSOE, pega un considerable estirón, y se sitúa en una posición muy interesante
de cara a la competición y recomposición de la derecha. Rivera ciertamente se
la jugaba y ha salido airoso del envite. Todo lo contrario a Casado, que tenía
su tabla de salvación en la horquilla de escaños que obtuvo Sánchez en 2015 y
2016 (90 y 85 respectivamente) en la cresta de Podemos. Pero los 66 escaños de
Casado es una cosecha tan exigua y esquilmada que deja al líder del PP tocado,
a la espera del mes que viene. ¿Es el fin abrupto de la estrategia de Aznar? No
está claro si su plan es terminar uniendo a las derechas porque el tablero va a
invitar a ello. Pero a Aznar, nuevamente, le falta olfato y le sobra altanería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario