Mi análisis en Diario de Noticias (27-8-2018)
La
exhumación de Franco es un mensaje de alto calado simbólico, de carácter interno
y externo. Decisión del todo pertinente y oportunidad aprovechada por el PSOE de
Sánchez ante la inacción del PP y las contradicciones de Ciudadanos
Acierto del Gobierno Sánchez. Retirar los
restos de Franco de un monumento público, cuatro décadas después del entierro
del dictador. Quitarle ese reconocimiento fúnebre de Estado. Medida tan
pertinente y de cajón que solo requería mover ficha. Era cuestión de voluntad
política, de sensibilidad para con las víctimas del franquismo y de
clarividencia en la imagen que el Estado español va a ofrecer a Europa y a la
ONU. Un lavado de cara que mira al presente inmediato —el 40 aniversario de la
Constitución— y al futuro de un sistema que dentro de trece años asistirá al primer
centenario de la II república. Una decisión que desatranca por fin la
continuidad de la postal tardofranquista de Cuelgamuros y que oxigena la imagen
de Felipe VI, hasta ahora prácticamente ligada a gobiernos de derechas, al
sancionar con su firma el decreto ley que permitirá la exhumación, con la
segura convalidación en el Congreso.
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