03 abril 2016

UPN, el centro y la concordia

Navarra vive un nuevo tiempo, con un Gobierno apoyado por fuerzas pluridentitarias. Entre los retos, el de lograr una mayor concordia. 

El éxito sería colectivo pero exige a todos. También a la oposición, en la que UPN ha adoptado el Apocalipsis Now como relato. Tras la marcha de Barcina, el partido a días se Aizpuniza *, a días abraza el Fraguismo, y a días añora a Ferraz. UPN está llamado a jugar un papel clave en el devenir de esta tierra, pero parece preso de la ansiedad por haberse quedado en minoría. Inflexible y áspero, como un malhumorado guardés. Sus afiliados y simpatizantes podrían recordar la fuerza de esa unión que pregonan; atender a sus analistas más templados y conceder al adversario una parte de razón. Principios liberales, no más. O dicho de otra manera: el compromiso de los regionalistas para con su proyecto, digno de reconocimiento o cuando menos de respeto, es compatible con una puesta al día que llene de sentido práctico la moderación que pregonan.

Tienen trecho por delante. 

 
* Aizpún fue un hombre con olfato. Se enroló en la UCD de un Suárez proveniente de Unión del Pueblo Español. Y desanduvo este camino porque no aspiraba al centrismo identitario, sino más bien a lo contrario. Por eso lanzó su nuevo proyecto y por eso tuvo éxito, porque supo además modularlo para que fuese duradero. Junto al PSN promovió una idea del pactismo narrativamente eficaz. Pero el pacto entre identitariamente diferentes pasó de largo, y Navarra quedó dividida y descentrada por los sentidos de pertenencia y a causa de la violencia. Parafraseando a Suárez, adolecimos de una habitación confortable para todos y cada uno de los navarros (y navarras).

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