Lo nuevo y lo viejo, dos
categorías contrapuestas y superpuestas en política. Asunto repasado
hace días por Vallespín, Sampedro e Innerarity en Pamplona. Pues bien,
en pocos sitios como en Catalunya se escenifican las paradojas de este
eje. Un vistazo rápido nos lo confirma. Desde un punto de vista
onomástico, la renovación de presidents de la Generalitat ha sido lenta y
discontinua, dentro de los patrones tradicionales de los liderazgos. De
Pujol (1930) a Maragall (1941) y de Montilla (1955) a Mas (1956).
Cuatro hombres que pasaban del medio siglo al estrenarse en el cargo.
Desde un punto de vista ideológico, en cambio, la evolución ha sido más
brusca. Novedad profunda fue el tripartito y el nuevo Estatut en época
de Maragall. Montilla continuó la fórmula en un relevo gris. Después,
vuelta de CiU interpretada en clave de centroderecha, hasta que la Diada
de 2012 marcó la aceleración de la metamorfosis. Un proceso inesperado
dejaba viejos el café para todos y la Constitución.
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La imagen, de Wikimedia.
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