14 octubre 2010

Piquetes

Escribe María José desde Córdoba, preguntándome por la expresión piquete informativo, y preguntándose qué ha pasado "para que la gente vea casi como una vergüenza ir a la huelga"

Respecto a la segunda cuestión resulta satíricamente lúcida la viñeta de ayer de El Roto en El País, complementaria a esta otra. María José critica un vídeo procedente de Intereconomía.
Los mercados (el capital, recuerda María José), poderoso caballero de siempre, suenan a abstracción y a ciencia. Sus designios, se nos dice, o correctos o como mucho un mal menor. Criticarlos, un desahogo, no mucho más. El día de la huelga se palpaba que una hipotética marcha atrás del gobierno era una quimera. Cuando cunde la sensación de que algo es inevitable, las personas tienden a resignarse.
En el DRAE, aparece la definición de piquete con diferentes acepciones. Una de ellas relacionada con lo militar, otra con lo laboral sin mencionar la palabra huelga, y otra que lo define como "grupo de personas que pacífica o violentamente intenta imponer o mantener una consigna de huelga". Si no se puede imponer por ley una huelga a quien no la desea, un piquete violento, consideraciones éticas aparte, supone una pésima propaganda, reduce más sus complicidades mediáticas (claves en la sociedad de la información), y hace por ello el juego a quienes dicen enfrentarse. Un piquete violento retrata una falta de respeto a la libertad de quienes van a trabajar. Secundar o no una huelga exige comunicación, no coacciones. También para denunciar los servicios mínimos que tampoco hacen honor a su nombre.
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