Con tanta competitividad es imposible que se extinga la cultura del esfuerzo
Dicen que vivimos en una sociedad que no valora el valor del esfuerzo. Algo de eso puede haber, porque el éxito es el lucro veloz, porque manda lo ligero y el divertimento, y porque seguramente vivimos con más incertidumbres e inestabilidades, por lo que la inmediatez tienta más. Sin embargo, también es posible que estemos ante una consigna interesada de la competitividad, esa que exige trabajar más por menos y apretar los dientes hasta desgastarlos. Sólo sé que escarbando un poquito en la intimidad de muchas personas, palpas las consecuencias del sobreesfuerzo y la dificultad de aflojar el lastre de ciertas exigencias y autoexigencias que portamos en el lomo, que lejos de hacernos mejores nos enferman. Y de ahí las terapias, y la autoayuda, y tanta válvula de escape, en busca de la distensión con uno mismo, con su entorno laboral o con sus horarios.
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